Autor: Albert Cortina
Acuerdo del siglo
El presidente de Estados Unidos Donald Trump presentó el pasado martes 28 de enero de 2020, junto con el primer ministro israelí Benjamin Nentayahu, los detalles del denominado “Acuerdo del siglo”, su propuesta para intentar solucionar el conflicto de Medio Oriente y con ello la “paz y la seguridad” en el mundo.
El líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, desestimó la propuesta en su totalidad. No estuvo ese martes en la Casa Blanca y no jugó, al parecer, ningún papel oficial en la creación del plan que durante unos tres años intentó consensuar el polémico asesor y yerno de Trump, Jared Kushner El yerno del presidente norteamericano es un judío ashkenazi ortodoxo, educado en el mismo sionismo político y religioso que encarna Netanyahu, lo que no le impide ser amigo personal del principe saudí Mohamed bin Salmán.
Antes de convertirse en asesor presidencial de su suegro, Kushner era el director de la inmobiliaria Kushner Companies y del tabloide neoyorkino semanal The Observer. Por otro lado, Goldman Sachs y la Soros Fund Management de George Soros han sido algunos de sus socios.
Cabe destacar que la operación más conocida de Kushner Companies fue la compra, en 2007, del famoso rascacielos 666 (número con cognotaciones luciferinas) de la Quinta Avenida de Manhattan en Nueva York. El rascacielos fue diseñado por la firma arquitectónica Carson & Lundin, la misma que diseñó el Rockefeller Center, ubicado en el número 600 de la citada avenida.
Al parecer, la compañía diseñó las dos torres para complementar el complejo Rockefeller entre ambas. De la construcción se encargó la firma judía neoyorkina Tishman.
Actualmente, se está reconstruyendo dicho edificio en el mismo número 666 de la Quinta Avenida para convertirlo en una de las torres insignia de la ciudad de Nueva York.
Jared Kushner da la impresión de ser el agente del conglomerado de intereses Rockefeller -un poder privado inmenso que domina EEUU desde principios del siglo XX- en la actual administración Trump. Incluso se ha llegado a decir que Kushner podria ser promovido para llegar a ser el primer presidente judío de Estados Unidos.
Jared es un nombre de personaje bíblico, hijo primogénito de Malael y padre de Henoc II. Aparece en el Génesis, donde se dice que vivió 962 años siendo, por lo tanto, el hombre más longevo de la Biblia, exceptuando a su nieto Matusalén (de quien se dice que vivió 969 años). Seguramente, dicha “Superlongevidad” resulta envidiable para cualquier transhumanista de Silicon Valley que sueñe con la inmortalidad cibernética.
La idea subyacente del “Acuerdo del siglo” es construir, sobre la base del alineamiento de Israel con las naciones árabes suníes, un frente común contra la amenaza iraní en la región.
El plan de Trump incluye el reconocimiento de la soberanía israelí sobre territorios palestinos ocupados, entre ellos los Altos del Golán, parte del valle del Jordán y la casi totalidad de la ciudad de Jerusalén, a excepción de los dos distritos periféricos del este.
El nuevo plan de paz plantea un plazo corto para la creación de un Estado de Palestina, aunque establece el requisito de que esté desmilitarizado para no constituir una amenaza para Israel.
En la propuesta presentada por Trump, figura la creación de un estado palestino independiente, cuya capital esté ubicada en las afueras de Jerusalén Este. Además, se plantea congelar cuatro años el desarrollo israelí en una zona que estaría prevista para el estado palestino. Hay además una cesión de nuevos territorios para ese estado palestino, con compensación con la anexión de otras tierras por parte de Israel.
Ante esta propuesta, el pasado 1 de febrero, el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas ha anunciado la completa ruptura de relaciones con Estado Unidos e Israel en un gesto de rechazo al plan de paz para Oriente Próximo anunciado por la Casa Blanca.
Por su parte, los obispos de la Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa (que agrupa a los prelados de rito latino, melquita, maronita, sirio, armenio y caldeo, todos ellos en comunión con Roma), alertaron el pasado miércoles 29 de enero que el plan de paz de Estados Unidos para hacer frente al conflicto entre Israel y Palestina, “no es una solución sino que creará más tensiones y probablemente más violencia y un baño de sangre”.
En este sentido, el cardenal libanés Bechara Boutros Rai, Patriarca de Antioquía y de los católicos maronitas señaló que “el plan de Trump para Tierra Santa es una señal de odio, de guerra y de opresión, ya que supone encender el fuego de la discordia allí donde nació Jesucristo”.
Paz y seguridad
Resulta pertinente e interesante realizar una lectura de los anteriores acontecimientos políticos y geoestratégicos desde el conocimiento profético al que ya nos hemos referido en alguna otra ocasión.
Entre las muchas profecías bíblicas relacionadas con el fin de los tiempos se halla la que está registrada en el capítulo 1 de Tesalonicenses 5. En esta ocasión, Pablo, Silvano y Timoteo se dirigen a la iglesia de los Tesalonicenses con las siguientes palabras:
“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”.
“Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con Él. Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”.
¿A qué se estará refiriendo dicha profecía al decir: “Paz y seguridad”? Y por otro lado, ¿cuál es la destrucción que viene inmediatamente después? Para algunos autores este texto se está refiriendo a la “destrucción repentina” del imperio mundial de la religión falsa, al que se denomina “Babilonia la Grande” en las profecías bíblicas (Revelación 17:5).
Pero, ¿por qué un juicio tan severo contra el sistema globalizante de este mundo? La Palabra de Dios responde: “Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo” (Revelación 18:5).
En el capítulo 1 de Tesalonicenses la destrucción que se describe acontece de una forma muy repentina e inesperadamente, porque el “día de Jehová” ha de venir “exactamente como ladrón en la noche”. Esta expresión se refiere a que la mayor parte de la humanidad no se habrá mantenido alerta a la revelación progresiva de la voluntad de Dios. La humanidad se encuentra dormida en sentido espiritual. Los hombres y mujeres de nuestro tiempo han permitido que se les emboten los sentidos, de modo que apoyan a este sistema de cosas condenado a la destrucción.
Por eso, la destrucción de “Babilonia la Grande” viene de manera inesperada para ellos. Ciertamente el “día de Jehová” para la destrucción de todos los elementos que componen el sistema construido por Satanás vendrá “exactamente como ladrón en la noche”. La destrucción les sobrevendrá a los enemigos de Dios repentina y dolorosamente, “como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera”.
Por consiguiente, la expresión “Paz y seguridad” será tan solo una apariencia o fachada propuesta a Israel por el Nuevo Orden Mundial. Resultará ser una “Falsa paz”. Esta, no afectará a la verdadera condición de la humanidad deseosa de la auténtica paz de Cristo manifestada en nuestros corazones.
Así pues, aunque el mundo se dejará engañar por vanas esperanzas durante la próxima declaración de “Paz y seguridad”, según manifiestan algunos intérpretes del conocimiento profético, a los siervos de Jehová no se les engañará. Más bien, dicen, éstos tomarán el cumplimiento próximo de esta profecía por lo que verdaderamente es: una señal final de que la “Gran tribulación” está a punto de comenzar. Además, según dichos intérpretes de las profecías bíblicas, después que termine el “día de la ira del Señor”, sus siervos fieles entrarán en un nuevo sistema de cosas más justo, donde comenzarán una vida sin fin en una Tierra que será transformada en un paraíso. Serán los tiempos de la recapitulación de todas las cosas en Cristo.
“Ya que todas estas cosas se disolverán de este modo, ¡piensen en la clase de personas que deben ser! Deben realizar actos santos de conducta y hechos de devoción a Dios mientras esperan y están muy pendientes de la presencia del día de Jehová, mediante el cual los cielos serán destruidos por las llamas y los elementos se derretirán por el intenso calor. Pero hay unos nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en ellos reinará la justicia” (2 Pedro 3:13; Revelación 7:9-17).
Por otro lado, algunos intérpretes de estas profecías bíblicas, han establecido un paralelismo entre las condiciones que existen en la sociedad actual dirigida hacia un Nuevo Orden Mundial sin Dios y lo que ocurrió en la Tierra precisamente antes de que Dios destruyera a un mundo antiguo por medio de un diluvio universal
En cuanto a aquellos días, la Biblia dice: “Vio Jehová que abundaba la maldad del hombre en la tierra…y la tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios verdadero y se llenó la tierra de violencia” (Génesis 6:5, 11). Jesucristo predijo que “así como eran los días de Noé, así sería nuestro tiempo” (Mateo 24:37). Una vez más toda la Tierra se ha “llenado de violencia” porque “la maldad del hombre” es abundante. Condiciones como ésas antes del Diluvio fueron prueba de que se acercaba el fin de aquel sistema de cosas antiguo.
Judaísmo mesiánico
Para muchos judíos mesiánicos, las condiciones mundiales actuales representan el cumplimiento de la profecía bíblica: “cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina”. Dicho grupo religioso identifica claramente el hecho de que el sistema de cosas actual se halla en su “tiempo del fin”, en sus “últimos días”, teniendo en cuenta el cronograma de los Tiempos de Dios.
Contrariamente a otras ramas del judaísmo, el judaísmo mesiánico afirma que Yeshúa -Jesús de Nazaret para los cristianos- es verdaderamente el Mesías- el enviado o ungido de Dios- surgido del pueblo de Israel.
Los judíos mesiánicos se consideran a sí mismos como “judíos en religión” y practican su fe de manera que ellos se autodefinen como los “auténticos observantes” de la Torá (la Ley de Moisés), aunque ninguna corriente judía desde los reformistas hasta los ortodoxos, los reconoce como judíos debido a que aceptan el Nuevo Testamento como Palabra de Dios y a Jesús como el verdadero Mesías.
El judaísmo mesiánico se originó como un movimiento hebreo-cristiano en la Inglaterra del siglo XIX. La primera de estas congregaciones fue “Ben Abraham” en la ciudad de Londres, fundada con cuarenta y un miembros. En ese mismo siglo en Europa Oriental surge uno de los principales precursores del Judaísmo Mesiánico, Ignatz Lichtenstein de Hungría, quien a mediados de 1890 influyó decisivamente en este movimiento con lo que ciertos estudiosos denominan literatura mesiánica clásica, en el idioma alemán.
Hoy en día existen grandes organizaciones judías mesiánicas que representan la mayoría de las sinagogas y Congregaciones Mesiánicas a nivel mundial, como la Unión de Congregaciones Judías Mesiánicas (UMJC por sus siglas en inglés), la Alianza Internacional de Judíos Mesiánicos (IMJA por sus siglas en inglés) y la Federación Internacional de Judíos Mesiánicos (IFMJ por sus siglas en inglés).
En este gran grupo de judíos mesiánicos encontramos los mesiánicos trinitarios y unitarios, mesiánicos cristianos y católicos. Todos ellos están, según su espiritualidad, clasificados en las corrientes comunes del judaísmo: bien sean conservadores (que a pesar del Evangelio conservan las enseñanzas talmúdicas), ortodoxos (que se basan en el cumplimiento literal de las Sagradas Escrituras) y reformistas (cristocéntricos).
Es decir, que hay algunos judíos mesiánicos que niegan que Jesucristo sea Dios y hombre (niegan los dogmas de la Trinidad y de la Encarnación) mientras que otros aceptan esas verdades. Los “judíos mesiánicos católicos”, por su parte, aceptan al Papa como vicario de Cristo y a la Iglesia Católica como la Iglesia verdadera.
Dice San Pablo que “no es judío el que lo es en lo exterior, ni es circuncisión la circuncisión exterior de la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y es circuncisión la del corazón, según el espíritu, no según la letra” (Rom 2,29-29).
El P. Luis Montes VE, en un artículo para Catholic.net sobre los judíos mesiánicos, afirma lo siguiente: “¿A qué se refiere San Pablo sino al Nuevo Israel? El judío circunciso que rechaza al Mesías no pertenece a este judaísmo espiritual que no es según la carne; según San Pablo no es verdadero judío: no es que las promesas de Dios a Israel hayan perdido su validez; más bien es que no todos los descendientes de Israel son verdadero pueblo de Israel. Hay muchos judíos en la actualidad que no son cristianos por una imposibilidad psicológica; no se les ha presentado la verdadera oportunidad: si estos son buenos judíos pertenecen de un modo misterioso al Nuevo Israel que es la Iglesia, pero no pertenecen por la circuncisión sino por su buena voluntad y porque su desconocimiento del Mesías Hijo de Dios no es culpable. Lo mismo que un pagano que sin culpa desconoce a Cristo y cumple la ley natural se salva por medio de la Iglesia, de un modo misterioso pero real”.
Israel: El reloj profético de Dios
Según el Catecismo de la Iglesia Católica: “La Venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia se vincula al reconocimiento del Mesías por todo Israel del que una parte está endurecida en la incredulidad respecto a Jesús. San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: “Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas”. Y San Pablo le hace eco: “si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?”. La entrada de la plenitud de los judíos en la salvación mesiánica, a continuación de la plenitud de los gentiles, hará al Pueblo de Dios llegar a la plenitud de Cristo en la cual Dios será todo en nosotros” (Catecismo de la Iglesia Católica, #674).
En el apartado siguiente, el Catecismo afirma que: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el “Misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne” (Catecismo de la Iglesia Católica, #675).
Y añade el Catecismo: “La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección. El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal que hará descender desde el Cielo a su Esposa. El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa” (Catecismo de la Iglesia Católica #677).
En este sentido, podemos afirmar que el último de los silencios de Dios respecto de los judíos, el presente, es el que va desde la extraordinaria manifestación divina el día de Pentecostés, hasta el toque de la primera trompeta del Apocalipsis. Se trata del silencio divino más largo de la historia en relación al pueblo de Israel.
En efecto, ya el profeta Ezequiel predijo que, después de la dispersión, los israelitas volverían a reunirse en la tierra prometida: “He aquí que tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones a donde se fueron, y los reuniré y los traeré a su tierra” (Ez 37, 21).
Para el teólogo y experto en escatología cristiana, Alberto Villasana, dicha profecía se cumplió el 14 de mayo de 1948, fecha de proclamación del Estado de Israel. Según dicho autor, a partir de entonces comenzaron formalmente los así llamados “Últimos Tiempos”.
En el Antiguo Testamento, la atención de Dios se centraba en los judíos y su presencia en la tierra prometida bajo la ley que Dios dio a Moisés. En el Nuevo Testamento, Dios guarda silencio respecto a su pueblo y su atención se centra en la Iglesia, ofreciendo la salvación a todos los gentiles.
Según Alberto Villasana, cuando el llamado de Dios a formar parte de la Iglesia se haya completado, el tiempo de gracia terminará, Dios removerá a la Iglesia fiel mediante la primera resurrección y el Arrebato de los fieles, y se volverá a concentrar en su plan de salvación sobre los judíos.
En efecto, los primeros Padres de la Iglesia concebían los “Últimos Tiempos” como el período de purificación que precede al retorno glorioso de Cristo, quien volverá para derrotar el mal y reinar en el mundo por un período de tiempo amplio.
Y es que hay un tiempo kronos, es decir de fechas y horas, y un tiempo kairós, de la Gracia, es decir, de la actuación divina en la historia y en el Cosmos.
Por lo tanto, en el “reloj espiritual del mundo”, es decir, en el “reloj de Dios”, los “Últimos Tiempos” son el periodo de la siega donde el trigo y la cizaña son separados después de haber crecido juntos a lo largo de la historia. Según la cosmovisión cristiana, son tiempos de purificación global antes del Retorno de Cristo.
Los “Últimos Tiempos” son pues el final de la historia tal y como la conocemos hasta ahora, antes de que el cosmos, el mundo, y la naturaleza humana sean completamente renovados, cumpliéndose así el designio original de un Dios misericordioso y eterno.
Desde la cosmovisión cristiana, la Santísima Trinidad es quién guía la historia de la Salvación desde los inicios, en la Creación, hasta el Final de los Tiempos donde se producirá la Recapitulación universal de todas las cosas en Cristo, para su entrega a Dios Padre, y mediante la acción de Amor del Espíritu Santo.
ALBERT CORTINA. Abogado y urbanista
Director del Estudio DTUM
Barcelona, 3 de febrero de 2020
PARA SABER MÁS:
VÍDEO:
Trump, Netanyahu Announce Mideast Peace Plan | NBC News (Live Stream Recording).
DOCUMENTO: Entrevista a Jared Kushner. Forbes, nov. 22, 2016
https://www.forbes.com/sites/stevenbertoni/2016/11/22/exclusive-interview-how-jared-kushner-won-trump-the-white-house/#5fc880c53af6
DOCUMENTO:
El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel. Mons. José Ignacio Munilla.
https://www.enticonfio.org/wp-content/uploads/2017/02/Catecismo_673-674.pdf
DOCUMENTO:
Los judíos mesiánicos (Catholic,net)
https://es.catholic.net/op/articulos/18125/cat/713/los-judios-mesianicos.html#modal
VÍDEO:
Jerusalén: La ciudad de las dos paces (la paz terrestre y la paz celestial). Concierto de Jordi Savall
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