Autor: Albert Cortina
Gracias por salir, como siempre, al encuentro de cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo, también en pleno confinamiento por la pandemia del coronavirus COVID-19 y hacer estancia en el corazón de aquellos que libremente te quieren recibir.
Cuando la sensación de aislamiento y soledad es más evidente para muchos, en los hospitales, en las residencias para personas mayores o en el hogar, estos días acompañas a muchas personas que anhelan la salud para su cuerpo y la vida eterna para su alma.
Es cierto que desde una visión secular, tu Persona esta confinada dentro de las iglesias cerradas y tu imagen ha quedado reducida a las frías pantallas y soluciones tecnológicas desde donde se suple, con buena voluntad, la celebración del culto público del misterio de tu presencia real entre nosotros a través de la Eucaristía.
Sólo Tú sabes quién aprovechará estos tiempos de gran tribulación y dolor para hacer un camino de conversión personal y establecer un diálogo sincero de corazón a Corazón, desde una espiritualidad centrada en la fuerza universal del Amor.
En un momento de la historia humana donde la “religión global” es de carácter secular y tecno-científico, se hace muy difícil que este mensaje, que tiene sus raíces en las realidades sobrenaturales, pueda interpelar nuestra mente racional.
Cuando nos hemos apartado de tu Corazón y de tu Mirada, para otorgar nuestra confianza a divinidades como la Razón, la Salud o el Bienestar, seguimos buscando las respuestas a la realidad existencial que nos configura y al sentido y propósito de nuestras vidas.
Estos días de pandemia nos damos cuenta de cómo deseamos la salud para nuestro cuerpo, pero también, el coronavirus hace sentir en algunas personas, especialmente aquellas que ven que su vida se extingue, como el alma tiene anhelo de gracia santificante y de eternidad.
No estamos ante tu silencio, Jesús. Si bien la religión institucionalizada ha perdido la incidencia colectiva que había tenido en la sociedad, en el interior de los corazones tu Santo Espíritu sigue iluminando las conciencias, instante tras instante, a lo largo de nuestra vida.
Estos días, muchas personas que te sienten cercano, otros que dicen no creer en Ti o aquellos que viven otras formas de espiritualidad, están llevando a la práctica esta fuerza de tu Amor en acción, intentando salvar vidas en los hospitales y en las residencias de las personas mayores o con diversidad funcional, ayudando a sus vecinos y amigos que están solos, trabajando codo con codo por los que no tienen un hogar y por las personas más vulnerables, consolando a aquellas familias y amigos que han perdido un ser querido, llevando alimentos y otros suministros básicos a la población, dispensando medicamentos, manteniendo las clases para sus alumnos, dando acompañamiento humano y asistencia espiritual a quien lo solicita…
Son tiempos difíciles en que quieres manifestar tu misericordia más que imponer un castigo divino. Tu mirada se llena de ternura y de compasión en estos días. Quizás nos quieres hacer entender con esta cura de humildad global que está resultando ser la pandemia del COVID-19 que vamos equivocados si queremos “ser como dioses” e ir por el camino de la destrucción de la naturaleza y de la transformación artificial de nuestra condición humana. La seducción del paradigma tecnocrático, del transhumanismo y del posthumanismo puede resultar letal para nosotros y quizás nos estás dando los últimos avisos.
Gracias por querer mantener tu amistad con nosotros y por proponernos una vida nueva más que imponernos unas reglas incomprensibles o difíciles de cumplir. Entre dos amigos no se entiende una relación que no sea libre. Tú nos pides esta libertad, confianza y generosidad para corresponder a tu amor incondicional y gratuito.
El misterio de tu presencia viva y real entre nosotros después de tu Resurrección no es comprensible para la mayoría de nuestros contemporáneos. Sin embargo, la ausencia del Bien, la Verdad y la Belleza en el mundo, extiende las sombras y las tinieblas y nos hacen conscientes del vacío y la soledad existencial del ser humano cuando aparta su corazón y su mirada de Dios.
Somos custodios de tu Creación y necesitamos una explosión de fraternidad en nuestro mundo herido. Quizás el confinamiento nos haga reflexionar y cambiar. Sabemos que estamos en un “reset” del mundo. Ojalá asumamos tu mensaje de Amor. En cualquier caso, te quería dar las gracias por morir desinteresadamente por todos nosotros, y por darnos, tras tu Resurrección, esperanza de salvación. Me gusta decir a mis amigos creyentes o no creyentes que eres un Dios de Amor.
ALBERT CORTINA. Abogado y urbanista
Director del Estudio DTUM
Barcelona, 22 de abril de 2020
PARA SABER MÁS:
VÍDEO: Padrenuestro. Montserrat Cavallé canta a Benedicto XVI, en el Encuentro Mundial de las Familias, Valencia julio de 2006.
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